lunes, 14 de abril de 2014

Más allá de las cenizas……de Piluca Carmona Arango Psicóloga



 “El hombre que se levanta es aún más fuerte que el que no ha caído. Una experiencia traumática es siempre negativa, pero lo que suceda a partir de ella depende de cada persona. En la mano del hombre está elegir su opción, que bien puede convertir su experiencia negativa en victorias, la vida en un triunfo interno, o bien puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar o a derrumbarse” Viktor Frankl 

En contextos excepcionales como las catástrofes y las situaciones de emergencias se dan graves amenazas para la integridad del individuo a nivel físico y psíquico. En este tipo de ambientes, nuestro organismo presenta un estado de hiperactivación psicobiológica que moviliza los recursos que posee para responder en este escenario.  Todas las personas cuando nos vemos implicadas en situaciones de emergencia, reaccionamos a lo que ocurre como humanos, y como humanos, tenemos ser conscientes de que las emociones forman parte de lo que somos. Es difícil que podamos prever cómo será nuestra reacción frente a un hecho que amenaza nuestra vida o nuestra seguridad. Lo que sabemos seguro es que todos reaccionamos de una manera o de otra. 

Estamos acostumbrados a imaginar, y en algunas ocasiones a ver, que las reacciones que muestran las personas ante una emergencia, un desastre, un incendio, una situación violenta o traumática, o una pérdida, son la de personas atemorizadas, que entran en pánico, actúan irracionalmente o están aturdidas e incapaces de cuidarse por sí mismas, a menudo sin poder enfrentar la crisis en la que se encuentran. Podemos ver cómo, a veces, reaccionan huyendo, corren sin rumbo, o aparecen emocionalmente perturbadas; y como en ocasiones se revelarán de forma egoísta, agresiva y violenta durante o después del incidente. 

Sentir miedo ante una situación estresante o conflictiva, es algo normal. El miedo evita que seamos imprudentes, nos permite tomar conciencia y evaluar la situación y nos prepara para la lucha o la huida ….. para sobrevivir. Pero casi siempre nos sorprendemos cuando, en la mayor parte de estas situaciones, lo que tenemos delante son personas que en medio de ese caos, son capaces de actuar de acuerdo a la situación y de proponer soluciones. 
Nunca sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es tu única opción. 

En este tipo de condiciones, con un gran impacto en las personas, se producen sensaciones de inseguridad, incertidumbre y dolor emocional. Aparecen el miedo, la ira, la tristeza. Y aún así, las personas logran, por lo general, sobreponerse a esos sucesos y se adaptan bien a lo largo del tiempo. Y es gracias a la expresión de las emociones que se logra reducir ese impacto. 

Las situaciones de emergencia, constituyen una grave amenaza y en ellas intervienen una serie de variables que pueden condicionar, de algún modo, nuestra respuesta ante las mismas. Algunas de las personas que pasan por una situación traumática, se recuperarán espontáneamente al cabo de un tiempo y volverán a su nivel de funcionamiento anterior. Otras, arrastrarán los efectos de la crisis por más tiempo o desarrollarán síntomas y trastornos asociados a la situación traumática vivida. ¿Pero qué diferencia a unos de otros? Entre otras cosas, que frente a un hecho amenazante algunas personas son capaces de activar sus mecanismos naturales de curación y resiliencia. 

La vivencia subjetiva de la situación, es la que va a desencadenar nuestras emociones, y la gestión de las mismas, determinará la conducta de las personas en estos ambientes. Se trata de escenarios límite, en los que la mayoría de las personas no cuentan con una experiencia previa. El aumento o la disminución de la angustia vivida en este tipo de situaciones, tiene que ver con la manera en que cada uno procesa la información de la que dispone. Y tenemos que tener claro que una adecuada expresión de las emociones, ayudará a aceptar las consecuencias negativas en contextos dramáticos. 

El incendio en Valparaíso dejó hasta ahora un saldo de 16 víctimas fatales.  Foto:  AFP  http://www.lanacion.com.ar/1680514-la-cifra-de-muertos-aumenta-a-ocho-en-el-feroz-incendio-en-valparaiso

No tenemos que olvidar, que el manejo de esas emociones en las personas que sufren estas condiciones, será fundamental para que los mecanismos de superación se activen. En situaciones traumáticas intensas, el establecimiento de un correcto contacto a nivel psicológico y la utilización de técnicas específicas, también serán de ayuda, promoverán los mecanismos naturales de restablecimiento y posibilitarán así, que las personas retornen a su vida cotidiana sin sufrir daños a largo plazo. 

Sabemos que después de un periodo de desbordamiento emocional, llegará otro de calma. Aunque durante días, podremos llegar a pensar que nuestros planes de futuro se desvanecen, y aparezca la irritación, la tristeza, la desesperanza, el desánimo, será entonces tiempo de recolocar los recuerdos, de aceptar las pérdidas y reelaborarlas para continuar viviendo, será el momento de apoyarnos en nuestras personas queridas. Serán, en muchas ocasiones, momentos de cambios en nosotros mismos, en nuestras relaciones interpersonales y en nuestra filosofía de vida. 

Será necesario pasar noches en vela con recuerdos de llamas, habrá que llorar, expresar la rabia, gritar, enfadarse, manifestar nuestro dolor, para así poder construir sobre el recuerdo de lo perdido. Evitar el problema no va a ayudarnos a solucionarlo, tendremos que ser capaces de levantarnos y afrontarlo con nuestros mejores recursos para además, salir reforzado de la lucha. 

"La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado." Gabriel García Márquez 

Piluca Carmona Arango 
Psicóloga